¿Qué es la
VISIÓN 2020?
Visión 2020,eltema central de estapresentación
especial, coincide con un nuevo enfoquepara la
Iglesia de Dios de la Profecía por parte del Supervisor
General Randall Howard y el Comité Administrativo.
Aunque durante los pasados años el Obispo Howard
ha introducido un grupo de “Valores Centrales”,
VISIÓN 2020, la cual incluye dichos valores, será
introducida al Presbiterio Internacional durante la 96ta
Asamblea Internacional. En la entrevista que aparece
a continuación, el Obispo Howard explica el concepto
que se encuentra detrás de la Visión 2020.
Visión 2020
Si el
distanciamiento
de la “causa”
mina la vida,
entonces la
restauración de
la “causa” trae
nuevamente
renovación
y vida.
Toda gran obra y toda granpersona en algún momento dado estuvobajo la influencia de una visión
que los cambió y queporlo tanto también cambió a otros.En la década del 60,John F.Kennedy le dio a
los Estados Unidos la visión que permitió colocar a un hombre en la luna, durante esa misma década, a
pesar de la imposibilidad tecnológica del momento.
A menudo reflexionamos en pasajes bíblicos que nos inspiran en cuanto al beneficio de la visión.
Proverbios 29: 18 dice: “Sin profecía el pueblo se desenfrena; mas el que guarda la ley es bienaventurado”.
Primera Crónicas 12:32 es un pasaje muy conocido ya que señala a los hijos de Isacar, quienes fueron
hombres: “entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer”.
Las visiones de valor edifican sobre el pasado, hablan a las necesidades, desafían a la gente,
proveen orientación, atraen participación, unen esfuerzos, proveen energía y mueven al ministerio
hacia delante. Poder entregarse a un sueño o a un propósito mayor que nosotros mismos es algo
absolutamente poderoso. Ese ha sido el testimonio de nuestra jornada en la Iglesia de Dios de la
Profecía. A través de los años, muchos en esta iglesia han sido asidos por esta pasión, sabiendo que
Dios tiene un destino para este movimiento así también como para ellos, como individuos devotos
a esta causa. La química de un movimiento con una misión es innegable y a menudo también
inquebrantable.
Robert Deale expresó en su libro Manteniendo el sueño vivo (Keeping the Dream Alive), que toda
organización pasa por ciclos. El grupo inicial es embargado por la “causa”, la cual se convierte en la
motivación para todo lo que se hace. Esta causa trae una oleada de energía expresada como pasión, la
cual atrae a todavía más adherentes. El movimiento es lanzado y “alcanza las nubes” con rapidez. Según
el crecimiento continúa, surgen las necesidades por una mayor organización, estructura y políticas. Con
el tiempo, el nivel de crecimiento del movimiento comienza a tornarse lento, a la vez que una mayor
energía se consume internamente. Si el impulso continúa disipándose, llega el momento en que se
detiene, como consecuencia de lo cual ocurre un estancamiento y luego la decadencia.
La cura para los movimientos que se encuentran en las etapas de mantenimiento a decadencia es
la recuperación de la “causa” que en una ocasión impulsara el nacimiento y la vida del movimiento. Si
el distanciamiento de la “causa” mina la vida, entonces la restauración de la “causa” trae nuevamente
renovación y vida. Al presente, la Iglesia de Dios de la Profecía se encuentra en una etapa tal en cuanto
a la restauración de su visión. Nuestro retorno a la cosecha comenzó a restaurarle a nuestro ministerio
y movimiento la fuerza dadora de vida. Ya hemos sido testigos del cambio en el impulso.
Hoy, la iglesia se está alineando más y más con el llamado a la cosecha y la expansión del reino
a nivel mundial. Estamos sobreedificando sobre nuestro fundamento en Cristo —Su llamado al
evangelio, profundas convicciones de santidad, la experiencia pentecostal, la compasión misionera a
nivel mundial, la participación de “todas las naciones”, y el hambre por la unión cristiana. Lo que Dios
colocara en nosotros como “ADN divino” hace más de un siglo, está siendo renovado por el Espíritu
Santo en esta hora significativa. Nuestro destino se encuentra ante nosotros, según nos unimos a
nuestro Salvador en el momento de mayor envergadura para el alcance, que este mundo jamás haya
conocido. Sólo nosotros podemos hacer nuestra parte. ¡Es mi oración que todo puesto de avanzada
ministerial de esta iglesia, a través de todo el mundo, se levante para laborar en la “causa y el llamado”
de nuestro Señor y Rey! Sea el cántico de nuestro corazón: “A Dios sea la gloria, hoy y para siempre”.





